sábado, 29 de mayo de 2010

Todo sobre mi madre

Parodiando a Mario, podríamos llamar a este post “Todo sobre mi madre o ¿Dios mío, por qué The wire ha terminado?”
Pues sí. En esta desgracia en la que he caído, he visto Chocolat -con el gran Johnny y que para una chica es medio entretenida-; y también he visto Todo sobre mi madre.
Todos sobre mi madre, a pesar de su título no es una película sobre un gang bang incestuoso: no. Si escribo el argumento, cosa que voy a hacer, pensaréis que es una parodia de las películas de Almodóvar. 
Una mujer vive sola con su hijo, al cual nunca le ha hablado de su padre. El niño, en la noche de su cumpleaños, consigue que la madre le prometa que le va a decir quién es su padre. Sin embargo, muere trágicamente en un accidente de tráfico. La madre se traslada a Barcelona a buscar al padre del niño, que ahora es un travesti drogadicto que tiene sida. Sus únicas amigas son otra travesti, una mujer joven embarazada, sola y con sida y dos actrices boyeras -una de ellas drogadicta-.
Vamos, dicho esto la película se comenta por sí sola: pedazo de forma de contar una historia, pero para mi gusto con el handicap del ambiente y los personajes que no me llaman la atención en absoluto. Si a vosotros os gusta o no os molesta escuchar la palabra mamada treinta veces, os la recomiendo. Lo cierto es que la peli está muy muy muy bien contada. 
Ya me diréis qué hacéis,
Rafa

jueves, 27 de mayo de 2010

Las invasiones bárbaras


Las invasiones bárbaras es una buena película. Si tuviera que resumirla en cinco palabras yo diría que “He acabado con The Wire”. Básicamente, que he terminado con la serie de las series, con el principio y el final del género serie. ¿Lost? No! The Wire!
Las invasiones bárbaras sigue siendo una buena película, a pesar de no ser nada memorable. Tiene su par de chavalotes franceses muy importantes. Tiene sus profesores pedantes de universidad, del tipo que critica Woody Allen. Es la historia de un hijo que acude a los últimos días de su padre, en la que ambos, tienen que vencer la dificultad de expresarse su amor mutuo padre-hijo. A pesar del argumento, se supone que es una comedia. Con los diálogos me ha pasado algo extraño, creo que los personajes son más cultos que los guionistas. Es decir, se suponen que son muy cultos pero las conversaciones, las palabras que los guionistas les ponen en la boca no alcanzan un nivel de pedante naturalidad.
Tiene un mérito que no se le puede discutir: Es de las pocas películas francesas no aburridas y donde las escenas se suceden con sentido.
Un saludo desde mi casita de Freiburg, en un momento un poco extraño.
Rafa

viernes, 7 de mayo de 2010

Segunda temporada de The Wire


Yes, Lord.
Este milagro narrativo es muy distinto de la primera temporada (otro milagro) y de lo que llevo visto de la tercera (llevo tres capítulos y ya llevo seleccionadas dos escenas para el top five, lo de la serie esta es mucha tela). La "inocente" mafia sindical polaca no es la mafia de narcotraficantes negros de Barksdale/Stringer Bell, y el luminoso puerto de Baltimore no tiene mucho parecido con las calles más chungas de West Baltimore; sin embargo ahí está, engarzado de maravilla (y presiento que más de maravilla va a quedar) y retratando al fin y al cabo the same shit, el mismo fucking way down in the hole. (by the way, aquí tenéis la letra, que os conozco y sois capaces de no haberla buscado ni mierda. Otro ejemplo de que, en efecto, los cabrones de la serie esta no dicen ni una palabra a la ligera. http://www.sing365.com/music/lyric.nsf/Way-Down-in-the-Hole-lyrics-Tom-Waits/7700DE185241C25648256975000FE772). En contraste con lo luminoso que está siempre el puerto, ese constante toque negro que se impone desde el final del primer capítulo (el contenedor con la veintena de chicas asfixiadas), recordándonos dónde estamos.
Los grandes hallazos de la temporada: Franz Sabotka, la tenebrosísima mafia griega, y Bea la policía del puerto (pace Rafa, la chica es una preciosidad. Es cierto que la señora fiscal es muchísima fiscal en el arranque de la tercera, pero en la segunda, Bee rules -o what the hell se escriba).
Y no me entretengo más. Mis escenas:
5) es provisional, tengo de momento la de la cena en la que Kima intenta convencer a la mujer de Daniels para que lo deje seguir en la policía a cambio de que Daniels convenza a la novia de Kima de eso mismo, pero las hay mejores, tenéis que sustituirla.
4) McNulty to tajao en el coche se choca contra un pilar y, no contento, vuelve a chocarse intencionadamente.
3) McNulty no se ha aguantado y está follando con dos putas cuando la policía entra en el burdel en el que se ha infiltrado con un micro.

Ahora, con bastante distancia:
2) Omar, sublime con su corbatita que se ha comprado con el dinero del estado para comparecer en juicio, presta testimonio contra el matón aquel (no recuerdo su nombre) ante el jurado de la ciudad de Baltimore, y, moviéndome a levantarme del sillón y a aplaudir, corta al hijoputa del abogado de los mafiosos y lo deja planchadísimo ("¿y usted no?"), para regocijo de toda la sala.

1) D'Angelo en el club de lectura de la cárcel hace en un arranque de irritación su comentario sobre El gran Gatsby de S. Fitzgerald, y lo hace mejor de lo que podría haberlo hecho Hemingway o cualquier otro. La cita inaugural del capítulo hace referencia a este momento y por ello sabemos que D'Angelo, con su discurso literario-carcelario de negro narcotraficante escoria, está hablando de su propia futura muerte como un grandioso héroe homérico. Su muerte, que nos sorprende igual, efectivamente cierra el capítulo.

Zelig y La rosa púrpura de El Cairo


En mis primeros días por Oriente Próximo y en un paréntesis de The Wire (que en un momento veréis que no ha sido tal), decidí verme estas dos películas clásicas de Woody Allen que desconocía (los numerosos lectores del blog son ya conscientes de mi casi analfabetismo cinematográfico).

Zelig
(1983) les gustará a los aficionados a la parte técnica del cine. Es un documental en blanco y negro sobre el extraño caso del hombre camaleón que sorprendió a la opinión pública neoyorquina de los años treinta: Zelig adopta irremediablemente la personalidad y la apariencia de quienes lo rodean, desde que en su infancia le preguntaron si había leído Moby Dick y tuvo vergüenza de decir que no. Sólo el amor de la psiquiatra que se hace cargo de su caso (cómo no, Mia Farrow) podría sanarlo de su extraña enfermedad.
Según leo por ahí, es la primera película, mucho antes de Forrest Gump, donde se superponen imágenes sobre imágenes antiguas, y se hace bien: es decir, que vemos a Woody Allen integrado con naturalidad en imágenes de documentales de los años 30, junto a Hitler y cosas por el estilo. Tiene otros alardes técnicos y también otras sorpresas "extra-literarias", como que, por ejemplo, participa Susan Sontag (!). En cambio, en lo que hace al guion no es la mejor película de Woody Allen, por más que, para mi sorpresa, vea escrito por ahí. Entra en el género woodyallenesco de comedia fantástica/absurda (Scoop, La última noche de Boris Grushenko, cada una a su manera).

En La rosa púrpura de El Cairo (1985) la protagonista es de nuevo Mia Farrow, encantadora, tierna y maravillosa. Es la protagonista absoluta, Woody Allen no sale. La película es costosa de ver cuando, en mi caso, te esperabas algo completamente distinto; sin embargo, es una interesante mezcla del Woody Allen de los planteamientos humorísticos fantásticos, de la comedia de enredo e inseguridad amorosa, y del drama centrado en una mujer. Ya digo que se me hizo algo tediosa; sólo por el papel de ella, sin embargo, vale la pena. El final deja un regusto sorprendentemente triste.